El problema de la fluctuante oferta de energía eólica aumentará a medida que lo haga la potencia instalada. Con crisis económica o sin ella, el petróleo se acabará un día y será entonces cuando la energía eólica, y más concretamente la energía eólica marina, desempeñe un papel más importante. A partir de ese momento puede ocurrir que, por ejemplo, en el golfo de Vizcaya el viento sople muy fuerte mientras que en Italia se necesite electricidad y justamente no corra ni una brisa. Si existe una red europea de alta tensión, la energía eólica puede ser transportada al lugar donde haya una mayor demanda de electricidad.
Habrá un día en que la mayor parte del mundo esté interconectado. Siempre hay sol y/o viento en parte del mundo, y la interconexión asegurará que fuentes intermitentes garanticen el suministro. El bombeo y el almacenamiento distribuido en las baterías de millones de automóviles garantizarán un sistema energético basado en gran parte en las energías renovables, sin emisiones de CO2 ni residuos radiactivos.
Un suministro de electricidad estable, basado en la energía eólica, sólo es factible si se emprende a gran escala. De esa forma se podrá garantizar la provisión de energía en todo momento. El catedrático Gregor Czisch llegó a la conclusión de que con ayuda de una super red de corriente continua se puede lograr a gran escala un suministro de energía eólica en toda Europa. El 70 por ciento de la electricidad provendría de la energía eólica, con centrales hidráulicas en la península escandinava para la indispensable capacidad de bombeo.
Si bien es cierto que la instalación costará miles de millones de euros, sobre todo porque se trata de cables subterráneos de corriente continua con una capacidad impensable hasta el presente, también se puede ganar mucho dinero. Después de todo, el país receptor debe abonar la electricidad verde que consume. El Norte de África, desde Tánger a Dakar, tiene un inmenso potencial eólico, a un precio inferior en un 50% al de los MWh generados en Europa. ¿Y qué decir del potencial de la energía solar termoeléctrica en el Sáhara?
Holanda y Noruega ya están conectados desde hace unos años por una línea de Alta Tensión en Corriente Continua (HVDC, según su sigla en inglés), que si bien aún transporta ‘energía contaminante’, será rentable en poco tiempo. La conexión eléctrica NorNed entre Holanda y Noruega aportó, en el plazo de un año, más de 100 millones de euros a la sociedad. Eso quiere decir que si esa tendencia se consolida, terminará amortizándose en pocos años. Desde el punto de vista económico es una inversión muy sensata. Y ello es verdad, más aún si se piensa que la instalación del enlace NorNed costó sólo unos 400 millones de euros.
Toda la idea de la utilidad y necesidad de una ‘Supered’ plantea el interrogante de qué sentido tiene la construcción de parques eólicos marinos si antes no está disponible una red similar. A esa pregunta responde de manera rotunda, Han van den Brekel, director de la fábrica de turbinas eólicas marinas ‘Darwind’: "Yo apuesto por los dos. El mar es lo suficientemente extenso y brinda muchas posibilidades de producir energía en distintos lugares. Y así tiene que ser. Pero, para que esa red sea efectiva, se tienen que instalar también molinos en el mar, por tanto, ambos."
En un futuro inmediato se puede ampliar la conexión ya existente entre España y Marruecos. La costa atlántica africana tiene un potencial eólico suficiente para abastecer a toda Europa y África de electricidad, a un coste muy inferior, ya que hay más viento y más constante. En un futuro también se podrá contar con las centrales solares termoeléctricas que se pueden instalar en el Sáhara.
También se han dado los primeros pasos para unir África y Europa por el Estrecho. La integración de España con Europa permitirá aumentar la garantía de suministro y exportar los excedentes eólicos, importando electricidad cuando el viento sea escaso e insuficiente.
Un futuro sostenible pasa por aumentar las conexiones, y superar el localismo de la oposición a cables submarinos o conexiones entre países. Se ha hecho mucha demagogia. Se dijo que el cable a través del Estrecho tendría consecuencias irreversibles, y luego no pasó nada. Lo mismo sucede con los proyectos de parques eólicos marinos, a los que se acusa de todo, incluso de afectar al atún en Trafalgar. Cuando se instalen se verá que no pasa nada, e incluso la pesca aumentará.
Sorprende la oposición a la energía eólica, por aquellos que dicen defender el medio ambiente. La eólica, entre todas las fuentes energéticas, es la que presenta el menor impacto ambiental. El freno de numerosos proyectos eólicos, por una oposición maximalista, da alas a los defensores de la energía nuclear y perpetua la dependencia de los combustibles fósiles.